Las diferentes formas de cáncer conocidas siguen cobrándose cada año millones de vidas en el mundo a pesar de los avances médicos que se realizan en áreas clave como el diagnóstico y el tratamiento.

Hasta el 35% de las patologías cancerígenas se vinculan en mayor o menor grado con el régimen alimenticio, por lo que su cuidado adquiere una gran relevancia. La prevención, junto con la mejora de las técnicas diagnósticas y la incorporación de nuevos tratamientos, son los tres pilares sobre los que se asienta en la actualidad la lucha contra el cáncer. Y es que la relación entre el cáncer y la alimentación es un hecho.
A partir de los años ochenta, cuando se establece esta relación, se han multiplicado los estudios al respecto. De la mayoría de ellos se desprende que la adopción de unos hábitos alimentarios más sanos puede reducir el número de casos de cáncer anuales en todo el mundo entre un 30% y un 40%. Si a ello se le suma el abandono del tabaco, los porcentajes de reducción podrían alcanzar entre el 60% y el 70%.
No resulta fácil determinar con exactitud la asociación entre la alimentación y el cáncer.

MUCHOS FACTORES

Existe una importante variabilidad entre unos individuos y otros, tanto en el tipo de alimentos que consumimos y la forma de cocción y de conservación de los mismos. Además, hay que tener en cuenta que existen multitud de factores externos no relacionados con la dieta que pueden influir en el origen o desarrollo del cáncer, como el tabaco u otras sustancias a las que podamos estar expuestos, como humos, pesticidas, gases de pintura, exposición solar, contaminación medioambiental, sin olvidar la propia genética.
Según recientes estudios se ha realizado una lista de factores evitables para la prevención de diferentes tipos de cáncer, responsables del 41 % de muertes en hombres y el 27 % en mujeres. Encabezando dicha lista se encuentran el consumo de tabaco y alcohol. Otros factores son la obesidad, el bajo consumo de frutas y verduras y la falta de ejercicio. La contaminación atmosférica y la que se produce en espacios cerrados, son causas reconocidas como potencialmente cancerígenas. Por último, algunas infecciones víricas de transmisión sexual, también están implicadas en la aparición de algunos tipos de cáncer.

Tabaco: el mayor responsable

EI tabaco es la causa del 21% de las muertes por cáncer en el mundo mientras que al bajo consumo de frutas y verduras se le atribuye un 5% El tabaco es, con diferencia, el factor al que se atribuye una mayor proporción de formas de cáncer.
A su consumo se deben hasta un 21% de las muertes por cáncer. Pero no sólo de pulmon, como suele considerarse. Los efectos nocivos de las sustancias contenidas en el tabaco están relacionados, de manera directa, con cáncer de laringe y de boca. de esófago, de estómago, hepático, de páncreas, de vejiga urinaria, de cuello uterino y leucemia. La relación más directa se produce en el caso del cáncer de pulmón en los que se considera el responsable de más de 850.000 muertes al año en el mundo.

De todos los pacientes que sufren cáncer de pulmón, cerca del 70% son fumadores. En los casos de cáncer de laringe, boca esófago, el 42% son fumadores.

Con frecuencia, el fumador es también bebedor, lo que comporta un riesgo añadido. EI alcohol
actúa a muchos niveles siendo el sistema nervioso y el hígado los órganos más sensibles. EI tipo de cáncer que aparece con más frecuencia es el de hígado, que a menudo se genera en un órgano ya dañado, con una fase previa de hepatitis alcohólica y cirrosis.
También se ha relacionado con la aparición de cáncer de estómago, esófago, boca y orofaringe, próstata y mama.

Alimentos con beneficiosos
Seguir una dieta equilibrada no tan solo reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares sino que también tiene un efecto protector frente a la aparición de ciertos tipos de cáncer. De ahí que sea recomendable seguir unas pautas sencillas que garanticen el aporte de todo lo necesario.

• Vitaminas: una dieta variada rica en frutas y verduras resulta fundamental. La ingesta de vitamina A, de beta-caroteno y otros carotenoides han demostrado su papel protector frente a ciertos cánceres. Sus principales fuentes son la leche y sus derivados, la yema, vísceras como el hígado y, en cuanto a la pro-vitamina A, las hortalizas y las frutas.

• Minerales: varios estudios consideran que el selenio ayuda a reducir el riesgo de leucemia, cáncer de colon, recto, pulmón, mama y ovario. De la misma forma, se ha sugerido que niveles bajos de zinc se asocian con incidencias más altas de cáncer de esófago y pulmón. En cuanto
al yodo, su déficit en la dieta parece tener relación con un mayor riesgo de cáncer del tiroides y el de mama.

• Fibra: un consumo importante de fibra a partir de la ingesta de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres resulta beneficioso a la hora de reducir el riesgo de canceres localizados en el tubo digestivo y los dependientes de hormonas -mama, endometrio y próstata-.

• Agentes fitoqui-micos: se trata de sustancias propias de plantas que se encuentran en vegetales, legumbres y cereales, hortalizas y frutas, pero en especial en las coles, los pimientos, los tomates, la zanahoria, el ajo, la cebolla, la piña, los frutos silvestres y los cítricos. La soja es rica en sustancias llamadas isoflavonas o fitoestrógenos,
que ejercen un papel protector frente al cáncer de mama.

Fuente: Cocina sana y natural

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