Los más de 2 metros cuadrados de piel que tiene un adulto de constitución normal nos protegen de infecciones y lesiones y mantienen la humedad y temperatura corporales.

La piel contiene elementos básicos para nuestra relación con el medio: los mecanismos básicos del tacto, reguladores de la temperatura corporal y de detección de dolor, calor, frio... Además, se renueva constantemente, ya que mudamos nuestra piel cada 28 días y se calcula que una persona produce unos cien kilos de células de epidermis a lo largo de su vida. Y esa permanente renovación requiere un aporte continuado de nutrientes, pues son esenciales para la piel y su déficit en la dieta ocasiona alteraciones en su crecimiento y apariencia.

Por tanto, una alimentaci6n que asegure el aporte correcto de todos ellos contribuye a mantenerla en perfecto estado de salud, a preveniro a disminuir las arrugas en gran medida y a mantener la frescura del cutis.

Dentro del deterioro de la piel está lo que se llama el envejecimiento cutáneo prematuro debido a factores internos y externos. Entre los primeros destaca, sobre todo, el sol. No debe evitarse totalmente la exposición solar, aunque si se recomienda evitarla en las horas de mayor intensidad. Una exposición en horas de baja intensidad y con una protección adecuada ayudan a la piel a regular la secreción sebácea y a sintetizar la vitamina D. Los jabones usados en exceso y otros factores también participan en el desequilibrio de la epidermis. En cuanto a los factores internos, son aquellos debidos especialmente a problemas de alimentación por una dieta no equilibrada pobre en vitaminas. También se puede producir por el consumo de toxinas muy reactivas como el tabaco, drogas de abuso, alcohol...

Un buen mantenimiento

La verdad es que gran parte del aspecto de nuestra piel obedece directamente a los cuidados que le dispensamos a lo largo de nuestra vida. Entre lo que conviene evitar destacan la exposición al sol sin protección, el aire acondicionado, el tabaco, la contaminación ambiental o un estilo de vida inadecuado (mala alimentación, sedentarismo, estrés emocional...)

Poe el contrario, una dieta y un estilo de vida equilibrados serán grandes aliados para que luzca sana. Además del agua, las vitaminas (como la A, B, C y E) no deben faltar en nuestra alimentación y lo mismo puede decirse de minerales como el selenio o el zinc.


Los alimentos grasos

Estos alimentos suministran nutrientes imprescindibles para mantener una piel bien estructurada y tersa. Es importante tomar los alimentos ricos en grasas mono
o polinsaturadas, evitando las grasas saturadas, procedentes en gran medida de las grasas industriales para la manufacturación de bollería, productos fritos, embutidos y quesos grasos, así como la carne roja, ya que aumentan la cantidad de sebo que se elimina por la piel. Por ejemplo, encontramos ácidos grasos monoinsaturados en alimentos como el aceite de oliva y el aguacate, y poliinsaturados en aceites de semillas, frutos secos oleaginosos y el pescado azul. Son estos alimentos, pues, los que debemos incorporar en mayor medida a nuestra dieta para favorecer una buena tonificación y una buena salud de nuestra piel.

Frutas y verduras


Estos alimentos no son sólo sanos para nuestra salud en general sino que también lo son para nuestra piel, puesto que son ricos en vitaminas fundamentales para el buen mantenimiento de la piel. Entre todas, destacan las siguientes:

• Pro-vitamina A o beta-caroteno: se transforma en vitamina A en nuestro organismo y posee, además, acción antioxidante. Abunda en verduras de hoja verde y de coloración rojo, anaranjado o amarillento (zanahoria, calabaza...) y en ciertas frutas (albaricoques, cerezas, melón, melocotón, nectarinas...).

• Vitamina A: presente sólo en los alimentos de origen animal, como hígado, grasas lácteas (nata y mantequilla), yema de huevo y lácteos completos. Ejerce un papel esencial en la renovación de la piel y de las mucosas.

• Licopeno: es un pigmento antioxidante que confiere su color característico al tomate y que también está presente en la pulpa de la manzana, el albaricoque, la sandia, la papaya y el pomelo rosado.

• Vitamina C: de potente acción antioxidante y relacionada con la producción de colágeno, que es un componente fundamental de la estructura interna de la piel, manteniéndola tersa y sin arrugas. Se encuentra presente en frutas y verduras frescas, pimientos, kiwi, cítricos, melón, fresas, moras, frutas tropicales, col y tomate.

• Vitamina E: en aceites vegetales y frutos secos, en el germen de trigo, en el aceite de onagra o prímula, en el germen de cereales o cereales integrales y en algunos vegetales de hoja verde. Posee acción antioxidante, neutraliza la acción dañina de los radicales libres que en verano aumentan debido a los rayos solares y que son uno de los principales agresores cutáneos.

Los productos animales


Si es fundamental consumir frutas y verduras, no menos importante es el consumo regular de productos de origen animal, puesto que son alimentos ricos en vitaminas del grupo B y en minerales, fundamentales para la renovación celular:

• Acido fólico o vitamina B9: está relacionado con la renovación celular y se encuentra mayoritariamente en la verdura de hoja verde, las legumbres verdes, diversidad de frutas, los cereales, el hígado y la levadura de cerveza.

• Vitamina B2 0 riboflavina: actúa contra la seborrea. Se encuentra en la leche y sus derivados (yogur, queso ... ), huevos, carnes, pescados, hígado, legumbres y frutos secos.

• Vitamina B3 O niacina: participa en la síntesis de la queratina. Se encuentra en: carnes, pescados, vísceras y cereales integrales y frutas desecadas (melocotón, orejones, higos, dátiles, etc).

• Vitamina B5 0 acido pantoténico: desempeña un papel destacado en la salud de la piel. Está ampliamente distribuido en la naturaleza y es muy raro que surja una carencia.

• Vitamina B6 o piridoxina: está relacionada con el metabolismo correcto del zinc, mineral que forma parte de la epidermis. Abunda en: pescados azules, carnes, huevos, frutos secos, cereales integrales, plátano, espinacas, levadura de cerveza y germen de trigo.
Además, los productos de origen animal son ricos en otros elementos fundamentales para la buena salud de nuestra piel:

• Selenio: mineral con acción antioxidante, relacionado con un menor riesgo de aparición de ciertos tumores, entre ellos el de piel o melanoma. Se encuentra en carne, pescado, marisco, cereales, huevos, frutas y verduras.

• Zinc: forma parte de nuestra epidermis y está presente en carnes, vísceras, pescado, huevos, cereales integrales y legumbres.

• Azufre: un mineral indispensable en la síntesis de queratina y también ejerce una acción anti-seborreica. Abunda en huevos, leche y derivados, cereales integrales y levadura de cerveza.

EI agua: fuente de hidratación

La hidratación, tan necesaria para la piel, se consigue mediante el agua de los alimentos que ingerimos y los líquidos que bebemos. En la mayoría de verduras y frutas más del 90% del peso del producto es agua, por lo que es interesante incluir estos alimentos en la dieta, ya que así ingerimos, casi sin percatarnos, gran parte del agua que necesitamos. No hay que olvidar que debemos tomar diariamente cerca de 1,5 litros de agua y otros líquidos para equilibrar las pérdidas y mantener el nivel adecuado de hidratación. Este aporte debe aumentar en los meses de calor debido a las mayores pérdidas de líquidos por el sudor. De este modo, la piel se mantiene perfectamente hidratada y se eliminan más fácilmente las toxinas que la perjudican.

Fuente: Cocina sana y natural

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